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Booktag #2: Tu vida en libros (por Jorge)

28/5/15

¡Hola guapuritas! He vuelto con el mismo tag de la vez pasada pero no me he vuelto loca, es que esta vez las respuestas no serán mías sino de Jorge. Para quien lleve poco en este blog, Jorge is my boyfriend e incluso tengo una sección dedicada a él llamada Cartas a Jorge. Así que allá vamos.

TU VIDA EN LIBROS

1. Encuentra un libro para cada una de las iniciales de tu nombre.

J - Juventud en éxtasis de Carlos Cuauhtémoc Sánchez.
V - Viaje al centro de la tierra de Julio Verne.
L - La vuelta al mundo en 80 días de Julio Verne.




2. Cuenta tu edad a lo largo de la estantería, ¿qué libro es?



El último mohicano de James Fenimore Cooper.

3. Encuentra un libro que ocurra en tu ciudad, estado, país...


Mañana quizá será de Javier Silva Carnero.

4. Encuentra un libro que ocurra en un sitio al que te gustaría ir.



Peter Pan de J. M. Barrie

5. Encuentra un libro de tu color favorito.



Drácula de Bram Stoker, esta no es exactamente la portada que Jorge dice pero tiene el azul marino que le gusta.

6. Encuentra un libro que recuerdes con mucho cariño.



La fuerza de Sheccid de Carlos Cuauhtémoc Sánchez.

7. Encuentra un libro que hayas batallado mucho para poder terminar.



Un mundo para Julius de Alfredo Bryce Echenique.

8. ¿De qué libro de tu estantería te sentirás muy orgulloso cuando lo leas?



Cien años de soledad de Gabriel García Márquez.

Espero que se apunten a hacerlo, es muy divertido.
Un besazo :)

Booktag #1: Tu vida en libros

27/5/15

¡Hola! ¿Cómo les va? Yo os vengo a traer un booktag que he visto en el blog de Jazmín, Un jazmín en mi estantería. Es el primer booktag que hago, no sé porqué no me había apuntado antes. Espero que les guste. Allá vamos.

Tu vida en libros

Encuentra un libro para cada una de las iniciales de tu nombre:

El seudónimo que uso aquí en Blogger es Edith Tahis Stone pero como sabéis no es el que aparece en mi DNI. Las iniciales de mi nombre real son I A M y estos son los libros que he encontrado.

 

Itahisa de Toti Martñinez de Lezea, Atherton de Patrick Carman y Mujercitas de Louisa May Alcott.

Justamente Itahisa es mi nombre real, de ahí sale Tahis, todavía no lo he leído pero le tengo muchas ganas y los otros dos los tengo desde hace muchos años y son justamente las ediciones que tengo.

Cuenta tu edad a lo largo de tu estantería, ¿qué libro es?

Tengo 22, cuac cuac. Pero el 22 coincidió con un diccionario de griego que usaba en el instituto jajajajaja, como ya me quedan dos meses para los 23, conté el siguiente y listo ;)


Amor y humor de Eduardo Jáuregui Narvaez, no es una novela literaria es un ensayo un poco filosófico o de autoayuda sobre la importancia del humor en el amor, cómo influye, etc.

Encuentra un libro que ocurra en tu ciudad, estado, país…

Podría ser de nuevo Itahisa que está ambientada en Tenerife o Soria Moria de Espido Freire que también transcurre en esta isla y así habrá cientos pero os voy a poner otro que muchos os habéis leído o conoceréis, seguro, pero que pocos sabéis que esa isla a la que hace referencia el libro pertenece a mi archipiélago canario.


Oblivion de Francesc Miralles.
Este libro se desarrolla en la isla de La Graciosa.

Encuentra un libro que ocurra en un sitio al que te gustaría ir.


Atardecer en París de Nicolas Barreau.
Osea, ¿quién no querría pegarse una escapadita romántica a París?

Encuentra un libro de tu color favorito.


Sabor a Provenza de Nina George.
El celeste y el lila son mis colores favoritos del mundo mundial.

Encuentra un libro que recuerdas con mucho cariño.


Mi planta de naranja-lima de Jose Mauro de Vasconcelos. No os exagero si os digo que me quedé roja de tanto y tanto llorar. Me lo prestó una de mis tías allá en el verano del 2009 y recuerdo que me lo acabé en muy poquito tiempo y que nada más acabarlo releí las partes más tristes para seguir llorando. Seré masoquista jajajaja.

Encuentra un libro que hayas batallado mucho para poder terminar.


Los enamoramientos de Javier Marías. Menudo tostón de libro, ahí sigue en la estantería con una fotografía marcando por donde me quedé desde hace ya como un año. Es una reflexión del autor sobre el amor o sobre cómo nos enamoramos y lo hace a través de un ejemplo, pero a mitad del libro (justo donde lo dejé) deja el ejemplo y se vuelve una especie de monólogo pesado y aburrido y ains... Si simplemente hubiera seguido con la historia hasta el final y hubiera dejado al lector la tarea de reflexionar, pero no. A ver si este fin de semana lo termino ya.

¿De qué libro de tu estantería te sentirás muy orgullosa cuando lo leas?

No entendí la pregunta... Se supone que es un libro que hay en mi estantería que no he leído pero que cuando lo haga me sentiré orgullosa??


Un hostal en los Pirineos de Julia Stagg.

Supongo que sería este porque me lo regaló un amigo por mi cumpleaños cuando cumplí 20 y ahí sigue. Dios, soy una dejada jajajaja. Este libro podría encajar perfectamente en la pregunta de "un lugar al que te gustaría ir", "en batallado mucho por terminar (aunque no lo haya terminado)" y "color favorito" porque la portada tiene ese tono azulito que me encanta.

Me prometo acabarlo y reseñarlo antes de cumplir el 10 de agosto los 23 años xDDD


Bueno, eso es todo. 
¿Os ha gustado el tag? ¿qué libros conocían?
Nos vemos en la próxima ^^

Ojos de marfil - Capítulo 3 [Blogs colaboradores]

23/5/15


   La fiesta comenzó con un gran aplauso por parte de los invitados hacia las hermanas que compartieron una última mirada cómplice antes de terminar de bajar las escaleras. Inmediatamente después Marie comenzó con las presentaciones. Señores con trajes de gala acompañados de sus esposas vestidas y peinadas igualmente para la ocasión y todos con acento francés.

   A medida que Sarah y Violette saludaban a más y más invitados, estos fueron entrando de nuevo al salón que tenía una gran mesa de madera cubierta por un mantel blanco impoluto en el que Orpheline había colocado los platos, las copas y los cubiertos con sumo detalle.

   Finalmente estuvieron todos sentados a la mesa, Marie la presidía y sus sobrinas la acompañaban, una a cada lado, Violette a su derecha y Sarah a su izquierda, quedando las hermanas una frente a la otra. Los invitados hablaban entre ellos, sin duda alguna murmuraban sobre las chicas, pero en cuanto aparecieron Orpheline y Sade por la puerta todos callaron para recibir su plato de la cena. Aún así la sensación de tener mil ojos encima no desapareció para ninguna de las hermanas que continuaban mirándose ansiosas.

   Para ellas esta era su primera fiesta social, no habían tenido nunca ninguna, nunca habían disfrutado de un estatus social como ese y mucho menos habían sido objeto de tantas miradas y cotilleos. Pero intentaron calmar sus nervios con la copa de vino que tenían delante de ellas y luego con la sabrosa carne que había preparado Ashanti.

   Pero solo unos minutos más tarde de que la cena empezara, se oyó una risa estruendosa en toda la sala y todos miraron hacia el hombre del que provenían semejantes carcajadas, era el señor Lionel Courtois. El señor Courtois tenía alrededor de cincuenta años, vestía con un traje de chaqueta negro y había dejado su sombrero de tres picos en la entrada. Reía con la mano apoyada en el estómago, ya sin fuerzas para que su risa sonara tan escandalosa como antes y poco a poco se relajó hasta que miró fijamente al hombre que tenía delante con el semblante serio, era Lucien Gouncourt.

—¿Lo decís en serio? ¿Tenéis a vuestro servicio a un negro ciego? —preguntaba incrédulo el mayor, todavía con un tono de burla en la voz— ¿Para qué diantres os sirve eso?
—Eso es nuestro mejor jardinero y chef y le tenemos un gran cariño a él y a su hermana —respondió dolido el señor Gouncourt mientras tomaba de la mano a Julie que parecía querer abalanzarse sobre ese hombre y clavarle el tenedor en un ojo.
—¿Le tenéis cariño a un esclavo? ¡Eso sí que no me lo esperaba! —exclamó exaltado el otro mientras también provocaba algunas risas tímidas entre el resto de invitados.
—¡Sí! —se defendió Lucien levantándose de su asiento—. Al contrario que otros yo no necesito esclavizar a nuestros empleados para asegurarme que hagan bien su trabajo —sentenció con el rostro encendido de rabia dirigiéndose tanto al hombre que tenía delante como al resto del salón— Yo no soy un esclavista, odio a las personas que usan la fuerza y la violencia hasta el punto de dejar ciego a un muchacho de una paliza —el señor Goncourt terminó su discurso dirigiéndose a la puerta, acompañado por Julie que lo seguía de cerca.

   Violette siguió al matrimonio con la mirada y entonces, en el marco de la puerta, pudo ver a Sabouya cabizbajo. No había duda de que habían estado discutiendo sobre él. Él era el muchacho al que habían dejado ciego de una paliza, por lo que Violette supuso que antes de estar al servicio de los señores Gouncourt, recientemente declarados en contra de la esclavitud, estuvo al servicio de otra u otras personas. Personas que lo dejaron ciego. De pronto Violette sintió una presión en el pecho y miró a su tía que tenía los codos sobre la mesa, las manos entrelazadas y la cabeza apoyada ligeramente en ellas, como si estuviera rezando.

—Tía, tenemos que hacer algo —dijo Violette sacando a su tía de sus pensamientos—. Una oración no basta, necesitamos hacer algo —suplicó la joven con los ojos vidriosos y su tía levantó al fin el rostro hacia sus invitados.
—Fuera —dijo casi en un susurro mientras erguía su cuerpo— ¡¡Os quiero a todos fuera de mi casa en este mismo instante!! —exclamó Marie usando todo el aire que le quedaba en sus pulmones y poniéndose de pie. Los invitados la miraron y se quedaron perplejos— Todos los que estáis aquí os habéis mofado de los señores Gouncourt por no tener esclavos y por tenerle aprecio a sus empleados, pues bien, yo tampoco tengo esclavos y aborrezco a los que sí, no sé ni porqué me molesté en invitarlos, largaos.

   Los señores fueron abandonando el salón, murmuraban entre ellos de nuevo y algunos se atrevían a exclamar algún improperio o amenaza a Marie. Pero esta hizo oídos sordos y solo respondió con una mirada desafiante.

   De pronto solo quedaron tres parejas en el salón: Aaron y Vénus Romilly, Lancelot y Maeve Tremble y Nestor y Soleil Villeneuve.

   Los seis se quedaron mirando mutuamente por unos segundos y luego miraron todos a Marie, pero ninguno se atrevió a hablar hasta que aparecieron de nuevo por la misma puerta por la que habían salido los señores Gouncourt. Julie tenía el rostro compungido, se notaba que había estado llorando y a pesar de que Violette no sentía una gran simpatía por ella, sintió lástima al verla así.

—Lucien, Julie por favor acepten mis disculpas —comenzó hablando Marie mucho más relajada al ver que todos, o casi todos, habían salido de su casa y que su amiga Julie había vuelto a entrar.
—No tienes nada de qué disculparte querida —explicó Julie con una sonrisa sincera—. Son esos bestias los que nos deben una disculpa a ambas. Anda, ven —Julie estiró los brazos y Marie fue a su encuentro, fundiéndose en un abrazo.
—Sabouya —dijo Marie dirigiéndose al joven ciego que estaba delante de ella— siento que hayas tenido que presenciar todo esto —Marie estiró una mano al rostro del muchacho y acarició su mejilla con el pulgar, él parecía no estar acostumbrado al contacto físico y se sorprendió un poco, pero le sonrió a Marie.
—Está bien señora Lemaire —contestó Sabouya provocando sudores fríos en Violette— no ha sido nada.

   Violette dejó escapar un suspiro, era la primera vez que escuchaba la voz de ese chico tan misterioso y su acento tan marcado al hablar el francés la hizo temblar por dentro. Ahora le resultaba terriblemente más atractivo y se sorprendió a sí misma teniendo pensamientos que jamás había tenido por un chico, pues, a pesar de sus veintitrés años, nunca había pasado de unos besos y unas caricias con su primer y único novio hacía muchos años atrás.

   «Contrólate Violette, él ni siquiera sabe que existes» fue lo que necesitó pensar la joven para dirigir su atención de nuevo a su tía, que estaba delante de las tres misteriosas parejas.

—Nosotros también estamos en contra de la esclavitud —comenzó hablando Nestor Villeneuve, refiriéndose solo a su mujer y a él.
—Y nosotros —secundaron al unísono Aaron Romilly y Lancelot Tremble.

   Nestor era un hombre pelirrojo de aproximadamente la edad de Marie, su mujer Soleil tenía los cabellos rubios, más rubios que Violette o Marie, y sus ojos eran tan azules como los de su marido. Ambos tenían un porte regio, de grandes señores, aunque por sus ropas no lo parecía. Ella no llevaba un vestido de gala como el resto de mujeres que habían sido invitadas sino una falda de tubo color rosa pastel y una chaqueta del mismo color con tres botones a la cintura que realzaban su pecho abundante. Y él un pantalón y chaqueta de color azul con una camiseta blanca y unos mocasines negros. Además, el apellido Villeneuve era muy común, lo que no daba ningún indicio de que tuvieran demasiado dinero, más bien de que habían recibido una buena educación.

   Al contrario, los Romilly era un matrimonio muy conocido en todo Abiyán. Aaron trabajaba en la creciente industria del petróleo y su mujer Vénus venía de una familia rica del sur de Francia. Ambos tenían el pelo oscuro y los ojos marrones, Aaron le sacaba tres cabezas a su esposa que llevaba el pelo ondulado y recogido en un moño alto y un vestido granate con un poco de vuelo en la cintura, sus zapatos de pico y tacón de aguja iban a juego con el vestido y de su cuello colgaba un gran diamante. Eso hizo sospechar a Marie que sabía que las minas de diamantes eran explotadas por esclavos, ¿cómo podría estar en contra de algo que luego luce al cuello?

—Es de imitación —se limitó a contestar ella sin que Marie llegara a formular la pregunta en voz alta. Su acento era claramente sureño, no había duda y resultaba muy exótico.

   Finalmente el matrimonio Lancelot y Maeve Tremble, que estaban más al fondo, decidieron acercarse. Maeve tenía el cabello cobrizo recogido en una trenza y por la cara le caían dos mechones ondulados, su traje era de piedras verdes que brillaban con la tenue luz del salón, haciendo resaltar su pálida piel y su color de pelo. Su marido tenía el cabello castaño, con algunas canas incipientes en las sienes y vestía con un traje y zapatos negros pero una pajarita del mismo tono verdoso del vestido de su mujer. Los Tremble hacía poco que habían llegado a Costa de Marfil y su casa se encontraba no muy lejos de la de Marie, solo habían sido invitados por eso, pero apenas eran conocidos aún en la sociedad.

   Mientras todos comenzaban una conversación acalorada sobre la esclavitud y cómo abolirla, Violette notó que su hermana había salido al jardín y pudo ver a través de las ventanas que se encontraba hablando con Thabo y por el otro lado, Sabouya estaba bajando las escaleras hacia la cocina. Así que decidió seguirlo mientras Marie conducía a los señores Gouncourt, Villeneuve, Ramilly y Tremble hacia el otro salón de la casa, donde en vez de estar la gigantesca mesa de comedor, hay una biblioteca y unos confortables sillones de color marrón.

   Por las escaleras Violette escuchó un ruido seguido de una maldición que venía del piso de abajo. Aceleró su paso y se encontró con Sabouya levantándose del suelo.

—¿Estás bien? —preguntó en seguida la rubia que bajaba los escalones que la separaban de Sabouya de dos en dos.
—Sí, sí —respondió él algo alterado— solo me tropecé con mi propio pie, ¿no es ridículo? —la joven rió aliviada y Sabouya frunció el ceño —Espera... ¿tú, tú eres Violette? —preguntó sorprendido el joven que había reconocido la risa de la muchacha.
—Sí —respondió ella realmente sorprendida y emocionada— ¿Cómo lo has sabido?
—Perdóneme señorita, no debí tutearla, espero que no se haya ofendido... Yo este... bueno... he reconocido su risa de la última vez que nos vimos.
—¿Cuando la señora Gouncourt me dijo que se me haría más fácil mi estancia aquí si me buscaba un marido? —rió de nuevo Violette provocando un efecto contagioso en Sabouya.
—Sí, de esa vez... desde que estoy ciego he afinado el oído —dijo él señalándose la oreja.
—Entiendo —respondió ella mientras aprovechaba la oportunidad para examinar más de cerca sus ojos, eran una esfera blanquecina pero esta vez pudo distinguir el color negro de la pupila—. Y por favor, no me vuelvas a llamar de usted, tengo más o menos tu edad y allá en París vivía en una casa del tamaño de esta cocina. Llámame simplemente Violette —la respuesta de la chica destensó los hombros de Sabouya quien dibujó una sonrisa en sus labios y terminó por adentrarse en la cocina sin dificultad.
—Bueno Violette, ¿puedo pedirte un favor? —la pregunta la pilló por sorpresa y lo miró con ternura.
—Claro, adelante —respondió ella.
—Verás, es que... los señores comen primero y luego el servicio y bueno, con todo lo que pasó, pues... yo... —A Sabouya se le atragantaron las palabras de la vergüenza y de no ser por su tez oscura, Violette juraría que habría visto rubor en sus mejillas.
—En realidad yo también tengo hambre —confesó Violette— pero parece que nuestra cocinera y el resto del servicio ya han cenado y se han marchado a sus habitaciones cuando mi tía despidió a todo el mundo.
—Sí, siento mucho que pasara eso.
—No es tu culpa.
—Hablaban de mí.
—Sigue sin ser tu culpa —sentenció ella mientras servía dos platos en la mesa.

   La comida aun estaba caliente dentro del caldero así que solo hizo falta volver a abrirlo y sacar unos pedazos de carne que Violette ya había probado pero no se había terminado. El olor volvió a abrirle el apetito, tapó de nuevo el caldero y cogió la primera botella de vino sin descorchar que encontró, sirvió dos copas y las lleno del líquido tinto.

   Los primeros minutos sentados a la mesa el uno frente al otro los pasaron en silencio. Sabouya devoraba su plato con ansias mientras Violette le miraba. Rellenó varias veces las copas con el vino y se levantó para preparar el segundo plato, un hojaldre relleno de verduras y queso, jamás había probado algo tan rico y cuando se llevó un poco a la boca no pudo evitar soltar un gemido que provocó la risa descontrolada de Sabouya.

—¿Tan bueno está? —preguntó mientras apartaba el plato vacío de carne y se acercaba el hojaldre.
—Es la primera vez que pruebo algo así —se disculpó ella sonrojada y vio como él probaba el hojaldre y se preparaba para su veredicto.
—A mí me sale mejor —comentó riendo, y Violette recordó que en la cena de antes, Lucien había dicho que Sabouya era su mejor jardinero y su mejor chef.
—Entonces tendrás que invitarme a cenar otro día —comentó Violette— pero algo cocinado por ti —el chico volvió a tensarse y disminuyó la velocidad a la que masticaba— ¿pasa algo?
—No creo que sea buena idea... Aunque antes no lo fueras, ahora eres una señorita, de familia rica, tu tía tiene una buena reputación y salir a cenar conmigo lo estropearía todo para ti —dijo Sabouya dando por finalizada la cena.
—No te creas tan importante —replicó en tono de burla Violette— no pasaría nada si mi tía, mi hermana y yo vamos a casa de tus señores a comer, al fin y al cabo, Julie y mi tía son buenas amigas, ¿no? —la cara del chico se arrugó, como si lo que acabara de escuchar no le terminara de convencer pero no quiso ser maleducado, volvió a acercar su plato y sonrió.
—Hecho, ¿te gusta lo picante?
—¡Me encanta! —mintió Violette terminando su hojaldre.

   Después de la cena los jóvenes salieron por la puertecita de la cocina que lleva a una parte más escondida del jardín donde está el huerto. Violette estaba fascinada viendo como, solo con el olor, Sabouya era capaz de distinguir todas las plantas aromáticas que se encontraba.

   Siguieron caminando en línea recta y dejaron atrás el huerto, aunque todavía seguían dentro de la propiedad de Marie. Caminaron varios metros hasta casi llegar a la carretera y entonces decidieron parar y sentarse en el césped que Thabo mantenía perfectamente cortado. Thabo.

   Violette pensó en él y en su hermana y se dio cuenta que los había perdido de vista desde que decidió bajar a la cocina siguiendo a Sabouya y se había puesto a cenar con él. Rezó porque hubieran entrado ya a la casa y porque cada uno estuviera en su habitación. Sarah solo tenía dieciséis, no estaría desaprobaría su relación con el jardinero, pero tampoco lo vería correcto siendo ella tan joven.

—¿En qué piensas? —preguntó Sabouya acercando intencionadamente su mano a la de Violette.
—Nada importante, ¿y tú? —respondió dejando que Sabouya atrapara sus dedos en los suyos.
—Pienso en que ha sido una gran noche, ¿no crees? Bueno, no lo había sido hasta que me tropecé y te acercaste a preguntarme si estaba bien.
—Creo que has bebido mucho vino —respondió Violette entre risas— pero sí ha sido una noche perfecta.

   Sabouya terminó acostándose sobre su espalda, con una mano bajo la cabeza y la otra agarrando con cariño la mano de la chica con quien se lo estaba pasando tan bien y Violette hizo lo mismo a su lado.

—¿Crees que lograrán algo? —preguntó Violette.
—¿Quiénes?
—Mi tía, tus señores, el resto de personas que hay dentro de la casa... Han pasado horas y siguen ahí, ¿qué estará pasando?
—No, no creo que logren nada, son siete personas intentando acabar con algo que se practica en todo el país por miles de personas, no lo lograrán.

   Sabouya seguía con la misma postura de antes, pero Violette se había girado para mirarle mejor. Admiraba su perfil, era tremendamente bello, una pena que su rostro reflejara también mucha tristeza e inseguridad. Era un muchacho atractivo y con buen corazón, daba igual si era el jardinero y ella la sobrina de la señora Lemaire.

   Ahora que conocía a Sabouya, que había hablado con él y compartido una noche tan agradable, y que sabía que para él esa noche también había sido perfecta, sus ilusiones y su deseo habían crecido. Ese muchacho la iba a volver loca. Apretó más su mano y acarició su dorso con el pulgar a lo que él respondió con el mismo gesto y ella cerró los ojos para dejarse dormir.

Ojos de marfil - Capítulo 2 [Blogs colaboradores]

19/5/15


   Unos días después de su llegada a Costa de Marfil, Violette seguía sin acostumbrarse al calor asfixiante del lugar que hacía que le costara hacer cosas tan sencillas como subir las escaleras hacia su habitación.

   La tía Marie miraba con impotencia cómo su sobrina iba y volvía de su habitación al comedor sin apenas levantar la mirada del suelo. Desconfiaba que solo fuera por el calor, sabía que echaba de menos a su padre y que todavía la atormentaba el recuerdo de los esclavos en el campo, y por eso se le ocurrió que le vendría bien un paseo por la ciudad.

   La ciudad de Abiyán es la más poblada de Costa de Marfil, es el centro administrativo y comercial del país y toda la ciudad está edificada al borde de la preciosa laguna Ébrié y desde allí se tenía unas vistas preciosas al océano. Además, las chicas necesitaban ropas acordes al clima africano y que no tuvieran rotos ni descosidos.

   Mientras Konata preparaba el coche para salir y Sade limpiaba las habitaciones de las chicas, Marie le dejó a Ashanti la tarea de preparar una gran cena para esa noche y Orpheline se encargaría de que todo saliera a pedir de boca. Hoy sería la fiesta de bienvenida de las hermanas.

   Durante el trayecto a la ciudad, había que volver a recorrer el mismo camino que cuando se dirigían a la casa desde el aeropuerto, pero en dirección contraria. Esta vez Sarah mantuvo la mirada fija en la carretera, ignorando lo que pasaba a ambos lados de esta. En cambio Violette solo podía mirar por la ventanilla, asegurándose de que lo del otro día había sido cierto y que su reciente odio hacia su patria no era infundado.

   Poco a poco los campos de cultivo se convirtieron en parcelas vacías de tierra seca, la tierra rojiza de la carretera volvió a convertirse en asfalto y empezaron a verse los edificios a lo lejos. Cuando las hermanas llegaron no habían podido ver esa parte de la ciudad a la que ahora se dirigían y esto las emocionaba porque les recordaba un poco a la capital francesa.

   Treinta minutos más tarde, ya estaban totalmente dentro de la ciudad. Konata buscó un lugar donde estacionar el coche y se bajó de él para abrirle la puerta a Violette, pero ella ya la había abierto y estaba saliendo del coche sin la ayuda del chófer. Por la otra puerta se bajaron Marie y Sarah y comenzaron a andar por la acera, mirando los escaparates de las tiendas de ropa.

   A Violette gastar dinero en ropajes caros nunca le había llamado la atención, pero era cierto que ella y su hermana necesitaban ropa que les quedara bien y que no estuviera rota.

   En la primera tienda a la que entraron, Sarah se probó una blusa azul cielo de raso que resaltaba el color de sus ojos. La dependienta, también de piel blanca pero de pelo negro azabache, le recomendó una falda de tubo gris oscuro y unos zapatos negros con un poco de tacón.

   Sarah se miró al espejo y tuvo que mover una mano para asegurarse de que era ella. Soltó su melena castaña clara que le llegaba a la cintura y no pudo evitar sonreír al verse tan guapa y sofisticada.

   En cambio Violette le había dicho que no a su tía cada vez que esta le enseñaba una prenda. Pero enseguida se arrepintió, Marie estaba haciendo todo lo posible por hacerla sentir bien y ella no se abría y estaba haciendo sentir mal a todos a su alrededor, así que decidió cambiar un poco su actitud.

—¿Te gusta ese vestido, tía? —preguntó Violette sacando un vestido blanco.
—¡Es perfecto! Pruébatelo —ordenó Marie con una sonrisa esperanzada.

   Lo cierto es que a Violette el vestido no le hacía especial ilusión, pero quería ver contenta a su tía. Se probó el vestido blanco que le quedaba por encima de las rodillas pero que tenía algo de vuelo desde la cintura hasta el final. Y en el torso y las mangas le quedaba ajustado. En realidad, se veía preciosa.

   Violette salió del probador y se acercó al espejo en el que antes se había mirado su hermana y también se sorprendió al verse. La dependienta tomó una tela de color rojo y se la pasó a Violette por la cintura, justo donde empezaba el vuelo de la falda. Y finalmente la dependienta eligió unos zapatos también de color rojo para Violette con un poco de tacón.

   Marie pagó todo con una sonrisa, feliz de que sus sobrinas tuvieran algo de ropa nueva y fueron de tienda en tienda comprando más y más prendas. Hasta que llegaron a la definitiva donde estaban los trajes de fiesta.

   Las hermanas no sabían nada sobre la fiesta que su tía les tenía preparada, por eso Marie mintió un poco y les dijo que sería para alguna fiesta a la que fueran invitadas. El vestido de Violette era del mismo color que su nombre y el de Sarah era plateado. Ambos vestidos eran ceñidos al cuerpo y llegaban hasta los tobillos donde tenían un poco de cola.

   Mientras las tres mujeres salían de la última tienda y Konata cargaba con la mayoría de bolsas en sus manos apareció en su camino la señora Goncourt.

   Los señores Goncourt, matrimonio formado por Julie y Lucien, vivían muy cerca de Marie y habían coincidido varias veces en algunas reuniones sociales donde Julie y Marie habían compartido muchas experiencias de su pasado en Francia.

   Mientras Marie y Julie comenzaban una conversación, Violette no pudo evitar examinar con descaro al chico que acompañaba a la señora.

   Era un chico alto, aunque no mucho más que ella, también negro como parecían ser todos los empleados del servicio de los grandes señores, y tenía un torso y unos brazos musculados, aunque no demasiado. El joven vestía con una camiseta y unos pantalones blancos, a juego con los zapatos y mantenía todo el rato la cabeza gacha, llamando más la atención de Violette.

   En un momento de la conversación, Marie le presentó a Julie a sus dos sobrinas, y esta le plantó dos besos a cada una en un gesto efusivo que hizo sentir incómodas a las dos hermanas.

—¿Cómo estáis llevando el cambio? —preguntó Julie a las jóvenes refiriéndose al cambio de país, pero sin dejarles tiempo para responder, siguió su monólogo— Cuando yo llegué por primera vez aquí también me sentí abrumada, pero no os preocupéis, en seguida os acostumbráis, sobre todo si encontráis marido pronto.

   Violette dejó escapar una risa burlona, era la primera vez que reía desde hacía días y se sintió un poco extraña. Además, entendió por la mirada de su tía y el codazo de su hermana que había sido de mala educación.

   Su risa no pasó inadvertida para el joven que acompañaba a la señora Gouncourt que en seguida levantó su mirada del suelo, buscando con ansias el lugar exacto del que había salido aquella risa. Fue entonces cuando Violette pudo mirar su cara.

   El chico tenía una mandíbula ovalada que le daba un aspecto infantil aunque a juzgar por su apariencia tendría más de veinticinco. Sus labios gruesos estaban algo separados, dejando ver una perfecta fila de dientes blancos y su nariz era ancha y redonda pero con un puente perfectamente liso como si hubiera sido esculpida por el mejor escultor de París. Pero lo que más llamó la atención de Violette fueron sus ojos de color blanco. En esos ojos era imposible distinguir la pupila, todo era color blanco en ellos y el iris bailaba de un lado a otro sin posarse en ningún sitio concreto lo que la hizo deducir a Violette que era ciego.

—Como siempre Marie, ha sido un placer hablar contigo. Niñas, encantada de conocerlas, espero que nos veamos pronto —concluyó Julie con una sonrisa y se despidió de cada una con un abrazo— Sabouya, vamos que se nos hace tarde.

   Y de pronto Julie y Sabouya se perdieron entre la multitud de Abiyán. Pero Violette no pudo sacarse ese nombre de la cabeza «Sabouya, Sabouya, Sabouya». Le resultaba un nombre tan exótico como el chico de piel oscura y ojos claros que acaba de irse. Y desde ese momento Violette sintió todavía más curiosidad por él.

***

   Al llegar las hermanas subieron a sus habitaciones y Marie aprovechó la ocasión para comprobar con Orpheline que todo esta listo para esa noche. La comida que había preparado Ashanti con la ayuda de Sade estaba lista para ser servida esa noche y Thabo se había encargado de decorar con flores frescas todo el interior del salón y mientras Orpheline se había encargado de avisar a los invitados.

   Ahora Marie solo tenía que darles la noticia a sus sobrinas. Entró primero en la habitación de Violette que bufó por lo bajo ante las pocas ganas que tenía de una fiesta y mucho menos en su honor. Y luego entró en la habitación de Sarah que estaba preparándose un baño de agua caliente. La joven abrió la boca al oír que habría una fiesta y tuvo que reprimir un grito de alegría.

   Sobre las siete de la tarde comenzaron a llegar a la casa varios invitados, todos traían sus mejores galas y algún que otro regalo para las recién llegadas a las que aún no conocían.

   Marie, como buena anfitriona, dirigió a los invitados al salón y comenzó a charlar con ellos sobre temas triviales mientras daba tiempo a sus sobrinas a terminar de prepararse.

   Violette tenía su larga melena rubia recogida y se había puesto su vestido que tenía algo de escote, aunque ella tuviera un cuerpo algo escuálido y pensó que ese vestido solo le quedaría bien a una mujer con más curvas como Sade. Se puso unos zapatos negros de tacón y se dirigió a la habitación de su tía donde se encontraban las joyas que Marie no tuvo inconveniente en prestar.

   Al entrar en la habitación se encontró con su hermana intentando subirse la cremallera de su vestido plateado y con el pelo revuelto.

—¿¡Pero tú que te has hecho!? —exclamó Violette al cerrar la puerta.
—Necesito ayuda con el vestido, seguramente habrá muchos chicos guapos, no quiero parecer un adefesio, ayúdame —comenzó suplicando Sarah y Violette no pudo evitar reírse a carcajadas de la situación.
—Oh, señor... Esto no tiene arreglo, vas a tener que salir así o pedirle a la tía una peluca —dijo Violette haciendo movimientos dramáticos con sus brazos como si fuera una actriz de teatro.
—Vi, por favor, ayúdame...

   De los ojos de Sarah comenzaron a bajar dos lágrimas que llegaron hasta sus mejillas donde Violette, ahora seria, las limpió con sus pulgares. No se había dado cuenta de que su hermana se había convertido en una mujercita coqueta y presumida interesada en los chicos, algo que ella nunca tuvo la oportunidad de ser porque la muerte repentina de su madre la obligó a madurar demasiado deprisa. La imagen de su hermana tan preocupada la llenó de ternura y esta vez dibujó una sonrisa sin burla en sus labios y llevó a Sarah al tocador donde la ayudó con su vestido y tomó un cepillo para el pelo.

   Mientras Violette cepillaba el revuelto de pelo mojado lleno de nudos de su hermana, el salón se había llenado de todos los invitados que se esperaban para esa noche. Lo que significaba que pronto tendrían que bajar a presentarse y saludar a gente extraña con la que no quería hablar, la mayoría eran vecinos de la zona y Violette ya había visto como tratan sus vecinos a sus trabajadores, así que solo pensar en tener que saludarlos la llenaba de ira. Pero por alguna extraña razón, esperaba que se encontrara algún chico guapo que agradara a Sarah, para que su angustia no hubiera sido en vano. Y al pensar en eso, no pudo evitar pensar de nuevo en Sabouya, ese chico ciego que tanto interés le provocaba.

   Cuando el pelo de su hermana estuvo recogido, Violette se dirigió al cajón de las joyas y para ella eligió un collar dorado y para su hermana uno de perlas y le ayudó a colocárselo. En ese mismo momento Orpheline tocó la puerta y anunció que era el momento de bajar. Las hermanas asintieron y la encargada bajó las escaleras para avisar a Marie de que ya estaba todo listo.

   Marie, con su copa de champán en la mano, se situó delante de las escaleras y carraspeó antes de comenzar a hablar:

   «Señoras y señores, muchas gracias por haber asistido a mi casa esta noche para conocer a mis sobrinas recién llegadas desde París. Démosle la bienvenida que se merecen a Violette y Sarah Rivard».

   Y en ese momento comenzaron a bajar las escaleras las dos hermanas, una más emocionada y nerviosa que la otra, y la fiesta comenzó.

Pequeño cambio de diseño

¡¡¡Hola!!! ¿Notáis algo diferente en mi blog?

Bueno, aparte del color, que antes era gris oscuro casi negro y ahora es rosa, también he resumido las dos barras del menú en una. Antes estaba la barra superior encima del título (que sigue estando) y la barra inferior debajo de la descripción (que ya la he quitado).

La barra superior tenía Inicio / Autora / Contacto / Relatos cortos / Microrelatos / Cartas a Jorge / Mis otros blogs.

Y la de abajo tenía Saca tu novela de la papelera / Tips para escritores / Reseñas / Wattpad / Tutoriales.

Bueno aquí todavía no había añadido Tutoriales



¿Cómo os gusta más?

Saca tu novela de la papelera también es una sección del blog pero la puse aparte porque también quería que al pasar el ratón por encima saliera el formulario, la lista de participantes, los resúmenes que he hecho y las reseñas de las historias participantes. Esas reseñas tienen una etiqueta diferente a las reseñas de otros libros que yo me haya leído.

Un libro reseñado tendrá la etiqueta "Reseña" y una reseña de una historia escrita por vosotros que participe en STNDLP tendrá la etiqueta "Reseña" y "Reseñas de saca tu novela de la papelera".

Creo que así queda más ordenado y a mí me resulta más fácil.

Si estás leyendo esto desde un móvil o sueles entrar a blogs desde el móvil, verás que esa barra rosa no te aparece, en cambio, al final de todo tienes un apartado llamado "Etiquetas" que es el mismo que tengo en el blog. Y al pinchar os aparecerá esto:


De esta forma puedes navegar tranquilamente por mi blog sea en un ordenador, en una tablet o en un móvil. No es diseño responsive porque no me quiero descargar ninguna plantilla responsive que luego tengan 400 personas más. Pero sí que intento que mi diseño para el móvil tenga lo necesario.

También tenía pensado hacer un recopilatorio de todos los tutoriales que he usado para el blog, por si a alguien le interesa aprender a hacer algo. Aunque yo no explico nada, solo os hago una recopilación de los tutoriales que he usado. Pero hay algunos como el de los gadgets desplegables que son un poco complicados y a lo mejor me atrevo a traéroslo. Pero siempre dando crédito al sitio de donde lo he sacado.

Bueno y eso es todo, voy a corregir el segundo capítulo de Ojos de Marfil y a empezar a escribir el tercero. 

Un besote!!

Ejercicios de escritura de Literautas

14/5/15


¡Holaaa! ¿Cómo están cariños míos? Yo un poco ronca, he estado ensayando para una exposición que tengo mañana y me he dejado un poco la voz jajajaja y luego la he traducido al español (la expo es en francés) para que Jorge la entendiera.

Bueno, el caso es que se me ha ocurrido una idea y quería compartirla antes de irme a dormir:

Esta tarde, curioseando por Internet, ya ni me acuerdo cómo, llegué a una página llamada Literautas. Es bastante famosa al parecer, pero yo la he encontrado hoy, jajajaja. Es una web con varios recursos para escritores y me fascinó la idea de hacer algunos ejercicios de escritura que nos proponen y traerlos al blog, ¿qué os parece?

Pero también me gustaría, muy mucho, que vosotros os apuntarais conmigo a los ejercicios y de esta manera poder ver qué ha salido de la imaginación de otra persona a la que conoces, aunque sea virtualmente. Sería divertido, ¿os apuntáis?

Yo sin duda voy a hacerlos y me voy a poner unas fechas límites, vosotros os podéis unir cuando queráis, dejarlo, volver a uniros o incluso ir por vuestra cuenta. 

Os cuento un poco de qué va todo esto y luego ya me decís en los comentarios. Os copio exactamente lo que ponen en la web.

A veces, aún con la necesidad imperiosa de ponernos a escribir, puede darse el caso de que nos encontremos perdidos y sin tener ni idea de lo que queremos contar. Hace poco alguien me dijo que la solución para el síndrome del folio en blanco es escribir algo, lo que sea, porque así deja de estar en blanco. Pero como no siempre es tan sencillo, creo que es más eficaz intentarlo con otro tipo de técnicas. Los ejercicios de escritura pueden ser un gran punto de partida para soltar la imaginación y la palabra.

Y después de esto nos propone el primer ejercicio. En total hay 24, aunque seguro que poco a poco la cifra irá subiendo. A mí se me ha ocurrido que incluso podría proponeros un ejercicio hecho por mí.

Y si no escribís, porque sois más de leer, o si escribís pero queréis encontrar otros blogs de escritores, en la web nos comparten una lista de los blogs que han hecho los ejercicios, así que está muy bien. Dadle una oportunidad.


Yo empezaré con el primer ejercicio sobre un calcetín rojo cuando termine con los exámenes, más o menos en la segunda semana de julio. Por eso os digo que podéis ir adelantando trabajo sin mí jajajajaja, también podríamos tomarlo como un juego, a ver quien lo hace antes, no sé, como queráis, pero me gustaría que hubiera participación.

Por cierto, yo ya estoy haciendo unos ejercicios para escritores de la mano de +Un Corazón Bohemio y tengo en banner en la sidebar en el apartado de "Iniciativas". Ya me pondré al día con eso también cuando acabe los exámenes.

Ya me extendí demasiado, me voy.
Os quiero mucho como la trucha al trucho jajaja.

Ojos de marfil - Capítulo 1 [Blogs colaboradores]

12/5/15



AÑO: 1942

   Desde el primer momento en el que las hermanas Rivard, Violette y Sarah, llegan a Costa de Marfil, comienzan a sentir el calor asfixiante del que su padre les hablaba. Ese calor tan típico del desierto mezclado con la humedad tan típica de la selva.

   El primer contacto con el país africano no las hizo sentir fuera de casa, al fin y al cabo el aeropuerto había sido construido por franceses, todos hablaban francés y el país entero estaba lleno de casas coloniales francesas como la de su tía Marie. Sería difícil sentirse una extraña.

   El coche que mandó su tía para que las fuera a recoger al aeropuerto era como los que se veían por las calles de París, un Chrysler Windsor de 1940, así que se sintieron cómodas, como si en realidad no estuvieran abandonando el nido. 


   E inmediatamente después Violette pensó en su padre André que se había quedado solo en París, viudo y con sesenta años, tan mayor, tan solo y tan desprotegido que Violette no pudo evitar sentirse culpable. A pesar de que la idea del viaje fuera de su padre, para alejarlas de la guerra, ella sentía que no había sido lo suficientemente persuasiva con él para que las acompañara.

   La que sí estaba emocionada era Sarah, a la que nadie llamaba por su nombre completo: Sarah Adrienne. La joven de melena castaña clara, casi rubia, miraba todo a su alrededor con expectación, aunque de momento todo a su alrededor fuese el aeropuerto.

   Cuando el coche se puso en marcha y el chófer comenzó a conducir por la carretera perfectamente asfaltada y señalizada, las jóvenes se miraron y compartieron una sonrisa cómplice. Ya no había vuelta atrás, irían a casa de la tía Marie y se quedarían allí, quien sabe si para siempre.

   Violette temía recibir la llamada de algún médico de París anunciando la repentina muerte de su padre. No quería que eso pasase, sabía que era ley de vida, pero no quería que ocurriese y mucho menos sin estar presente para sostener su mano. La idea de su padre falleciendo solo la rompía por dentro. Aunque al menos podría reunirse al fin con su amada Claire a la que perdió a causa de una enfermedad cuando Violette solo tenía once años y Sarah cuatro.

   De pronto las hermanas notaron algunas piedras bajo las ruedas del coche, algunos baches y mucho polvo a su alrededor y al mirar hacia delante solo podían ver una pista estrecha de tierra, ya no había señales de tráfico y a los lados empezaban a verse algunas casas lejanas, pero majestuosas. Las chicas se preguntaron si la casa donde iban a vivir también sería tan grande como esa. Según las cartas que la tía Marie le había enviado a las chicas desde que se mudó al país africano, la casa tenía varias habitaciones y un gran salón de eventos.

   Ante esa imagen, Sarah no pudo reprimir una sonrisa, pues se imaginaba a ella misma dando una gran fiesta en el centro del salón siendo la anfitriona. En cambio, Violette pensaba que no eran necesarias tantas habitaciones para una mujer que vive sola, como en el caso de su tía, incluso con ellas en la casa, seguiría sobrando espacio.

   Hasta ahora, salvo el calor asfixiante y la carretera de tierra roja, ni Violette ni Sarah habían notado grandes diferencias con la metrópolis parisina, pero sin duda las había porque en esos campos de algodón y tabaco se podía distinguir perfectamente a un grupo de hombres y mujeres de raza negra trabajando con sus pies atados por los tobillos.

    Las jóvenes volvieron a mirarse, esta vez escandalizadas, y cuanto más avanzaba el coche, más grupos de personas se veían trabajando en el campo con sus pies atados. Todos ellos en grupos en los que había algún que otro niño de no más de seis años y hombres de hasta sesenta.

—¿Por qué están estos hombres atados? —preguntó Violette al chófer.
—Son esclavos —contestó él con una nota de tristeza en su voz.

   Violette no supo qué contestar a eso. Para ella la esclavitud era algo del pasado, de países lejanos, pero no de colonias francesas. Francia, el país de la liberté, ¿cómo podía permitir esto?

   De pronto su hermana le golpeó el brazo para llamar su atención y señaló cómo un hombre blanco golpeaba a otro hombre, negro, con lo que parecía un látigo. El segundo hombre se dejaba pegar con resignación, sabía que no podía hacer nada en contra de su amo que se encontraba gritando y moviendo el látigo en el aire antes de volver a golpear la espalda del esclavo, que a pesar de todo, no levantaba la cabeza ni emitía sonidos de dolor.

   Inmediatamente la pequeña Sarah escondió su rostro en el hombro de su hermana mayor quien enseguida la protegió con su brazo y acarició sus cabellos con su mano para tranquilizarla. Desde que la madre de ambas había muerto, Sarah veía a Violette como su ejemplo a seguir, como una segunda madre. Y el sentimiento maternal también creció en Violette al ver a su hermanita tan pequeña dependiendo de alguien que la cuidara.

—Estamos llegando —dijo el chófer volviendo a hablar y sacando a las hermanas del horror que habían visto.
—Gracias —contestó Violette y se quedó mirando a su chófer a través del retrovisor central.

   El chófer, quien hasta ahora no se había presentado, también era negro y Violette le miraba fijamente intentado deducir si él también era esclavo o lo había sido.

   Con su camiseta blanca, radiante y sin una arruga, no parecía serlo. Además, no sentía que su tía fuera una esclavista. Marie era una mujer amable y generosa, no podría imaginarla teniendo a su servicio a hombres maniatados. En cambio, empezaba a ver el mundo que la rodeaba de manera diferente y ya no sabía qué pensar sobre nada ni nadie. Y solo llevaba unas horas.

—Al menos no tenemos que tener miedo de las bombas —comentó en voz baja la pequeña de las hermanas mientras levantaba la cabeza de su escondite.
—Sí, huimos de una guerra, para entrar en otra —sentenció su hermana mayor mirando a través de la ventana.

   Era cierto que en Costa de Marfil la segunda guerra mundial no había llegado, era un país «pacífico». Pero el hecho de haber salido de una guerra injusta no hacía que la tranquilidad de este país fuera justa.

   Poco a poco, las chicas sintieron que el coche iba reduciendo la velocidad hasta que llegaron a un cruce. El coche tomó el camino de la derecha, hacia el norte, subiendo por una pequeña pendiente de tierra con arbustos de clima seco a los lados y hierbajos.

   A pesar de lo moderno del coche, el peso de las maletas de las jóvenes y el propio peso de ellas, que no era demasiado porque a causa de la guerra estaban extremadamente delgadas, al coche parecía costarle subir por la pequeña pendiente.

   Para cuando el coche volvió a girar a la derecha, las hermanas pudieron ver a su tía de pie en el soportal de la casa. Marie era una mujer de casi cuarenta años, con una piel blanca y radiante, sin apenas arrugas en la piel y un cuerpo más propio de una muchacha de la edad de sus sobrinas. Su melena larga y rubia la llevaba suelta, salvo por unos mechones más pequeños que le caían cerca de la cara y que ataba en su nuca.

—¡Tía! —gritó Sarah corriendo a los brazos de Marie.
—¿Sarah? ¡Dios mío, Sarah! —exclamó Marie al ver a su sobrina convertida en toda una mujercita.

Ambas se abrazaron mientras Violette ayudaba al chófer a bajar las maletas, aunque al hombre parecía molestarle que la invitada, que además era mujer, se encargara de las tareas del servicio. Pero a Violette le daba igual, ella quería bajar sus cosas con sus propias manos.

   Cuando todas las maletas estuvieron en el suelo, la mirada de Marie pasó de su sobrina más pequeña a la mayor y se tuvo que llevar las manos a la boca para contener un grito de emoción. Pero no pudo reprimir las lágrimas que comenzaron a correr por su cara. La mujer bajó del soportal y corrió a abrazar a Violette.

   Estuvieron así unos segundos, o quizás minutos, separándose para mirarse a los ojos y volviéndose a abrazar. Habían pasado muchos años separadas y Violette echaba mucho de menos a su tía, que tras la muerte de su madre se había convertido en su apoyo emocional. Pero no la odió cuando decidió venirse a vivir aquí, todo lo contrario, entendió que ella había perdido a su madre pero Marie había perdido a su hermana y por un momento se imaginó cómo sería perder a Sarah y entendió perfectamente la decisión de su tía.

—Vamos, quiero enseñaros vuestras habitaciones.

   Las chicas caminaron hacia el interior de la casa, las maletas ya estaban en las habitaciones y el personal del servicio estaba en fila delante de las escaleras para presentarse ante las recién llegadas.

   Violette comprendió en ese momento que el servicio, a pesar de ser todos de raza negra, trabajaban y vivían aquí con todos sus derechos humanos intactos y se sintió orgullosa de su tía. Ninguna de esas personas era esclava, estaban bien vestidas y bien alimentadas y no tenían signos de haber sufrido ningún daño físico, es más, aparentaban estar saludables y en plena forma. Y con una gran sonrisa en la cara comenzaron a presentarse uno por uno en perfecto orden:

—Soy Orpheline, —comenzó hablando la que estaba más cerca de ellas y que aparentaba ser la de mayor edad— la encargada.

   Orpheline llevaba el pelo atado en una coleta baja y vestía con un vestido azul marino que le llegaba un poco más abajo de la rodilla. Llevaba unos zapatos negros con unas medias blancas.

—Yo soy Ashanti, me encargo de la cocina.

   Ashanti aparentaba la edad de Violette o uno o dos años más, era delgada y alta, tenía el pelo recogido en una rejilla, lo cual era de entender dado que trabajaba cocinando y llevaba un delantal blanco encima del vestido del mismo color que Orpheline.

—Mi nombre es Konata, y como sabéis soy el chófer —dijo el hombre que minutos antes las había traído en coche.

   Konata era un hombre alto, entrado en los cincuenta, delgado y con el pelo canoso. Vestía pantalón negro y camiseta blanca en conjunto con unos mocasines.

—Yo soy Thabo, el jardinero —dijo el joven sonriendo, y las hermanas le sonrieron de vuelta.

   Thabo era el más joven de todos, probablemente más joven que Ashanti y Violette pudo notar que su hermana se había sonrojado ante la sonrisa del jardinero. Thabo llevaba una camiseta blanca como la de Konata pero algo sucia de tierra, tenía algunas perlas de sudor en la frente y llevaba unos pantalones azules también sucios, sus pies iban cubiertos por unas sandalias negras y escondía las manos, probablemente también sucias, en su espalda.

—Y yo soy Sade, la encargada de las habitaciones.

   Sade aparentaba rozar los treinta, tenía su larga melena negra y rizada suelta, unos ojos grandes y negros de una gran mirada penetrante, su altura era media pero tenía un cuerpo voluptuoso que su vestido color amarillo acentuaba. En sus pies llevaba unos zapatos planos de color negro y en sus orejas podían notarse unos pendientes plateados. 

   La diferencia entre Sade y las otras dos mujeres era importante, ¿por qué vestía con colores llamativos y llevaba joyas?

—Sade también hace de camarera en nuestras recepciones, por eso cuidamos especialmente su imagen —añadió Marie a la presentación de su empleada para sacar de dudas a sus sobrinas—. Bien, ahora subamos.

   Las escaleras terminaban en un pasillo que se abría hacia la derecha y hacia la izquierda. Sade las acompañaba delante e iba guiando a las invitadas a sus respectivas habitaciones contiguas. Sendas habitaciones tenían el tamaño de la casa en la que las hermanas vivían antes en París.

   La habitación de Violette estaba decorada de dorado y la de Sarah en rosa, su tía así lo había pedido. Y cuando Sade se despidió para dejar a las recién llegadas acomodarse, Marie entró a la habitación de Violette y se sentó a su lado.

—¿Qué pasa cariño mío? —preguntó Marie tocando la rodilla de su sobrina que estaba tapada por una falda gris llena de parches.
—No puedo dejar de pensar en lo que vimos al llegar... —Violette enmudeció al recordarlo.
—Puedo imaginar a qué te refieres, pero debes olvidarlo, no hay nada que puedas hacer.
—Pero tía, no es justo, esas personas nacen y mueren solo para trabajar y ser torturadas, ¡no es justo!
—La vida es injusta cariño, a mí también me costó acostumbrarme y aborrezco esas prácticas, pero no soy yo quien debe cambiar el rumbo de las cosas.
—Entonces, ¿quién? —preguntó la joven mirando a su tía con desafío.
—Él —señaló su tía en respuesta apuntando al techo con su dedo índice.

   Violette solo había creído en Dios cuando era niña, pero ahora que era casi una adulta, se había vuelto reacia a toda creencia religiosa, conocía de primera mano lo que el fanatismo por las religiones y el odio entre ellas era capaz de hacer, ya que estaba huyendo una guerra.

   Por eso sabía que a veces no se puede simplemente esperar a una intervención divina, el hombre debe actuar, debe de haber una revolución, debe de haber un cambio. Y ella estaba dispuesta a buscar una solución.

Tips para escritores #3 - Algunas webs útiles

10/5/15

¡Hola amores! Hace dos meses empecé con esta sección de Tips para escritores y me propuse traerla el primer miércoles de cada mes. Pero también tengo la sección de Saca tu novela de la papelera y el día 6 de cada mes me propuse traeros un resumen de los participantes. Y qué curiosa es la vida, este mes de mayo ha coincidido que el primer miércoles sea día 6 jajajaja así que tuve que retrasar la publicación de los tips. Pero para que sepáis más o menos que el orden de mis publicaciones será ese hasta enero del 2016 que vuelve a coincidir jajajajaja. 

¡Comenzamos con los tips!

Ya sabéis que a mí me requetechifla traeros recomendaciones de otros autores, porque Internet está lleno de gente con más experiencia y mejores ideas que yo. Y me gusta hacer como una guía de todos los sitios interesantes que puedan servir a los escritores.

PRIMERA RECOMENDACIÓN DE HOY

Lo primero que recomendé fueron los vídeos de +Javier Ruescas autor de Pulsaciones. Javier es escritor y youtuber y en esa plataforma publica vídeos de ayuda a escritores. Nota mental: tengo que leerme sus libros.




Este chico es un genio. Creo que tiene unos ocho vídeos-tutoriales de estos. Os he dejado solo los 3 primeros para que vayáis abriendo boca. Si estáis desde un dispositivo móvil y no podéis ver los vídeos, solo tenéis que ir a Youtube y escribir Javier Ruescas cómo escribir y publicar y ahí os salen todos los vídeos. Son muy útiles, de verdad verdadera.



SEGUNDA RECOMENDACIÓN DE HOY

En segundo lugar os traje el pasado 21 de abril una recomendación bloguera que podéis leer en esta entrada. El blog que os recomendé se llama Cafetera de letras. En este espacio la autora, +Grisel R. Núñez no solo publica sus recomendaciones basadas en su experiencia de escritora sino de editora. Comparte cosas muy útiles como esta:



TERCERA RECOMENDACIÓN DE HOY

Y por último, os presento Sinjania. ¿Conocíais la web?

Sinjania es una web para escritores en la que puedes encontrar distintos cursos (de poesía, de microrrelatos, etc.). Esos cursos no sé qué extensión tienen ni que tan buenos son. Yo he añadido a mi carrito los que me gustaría leer si fuera millonaria. Me parecen unos cursos muy caros, a lo mejor son increíbles y dan resultado. A lo mejor no nos gustan y habremos gastado una millonada. 

Pero ojo, también tienen otros totalmente gratis para los que tienes que escribir tu e-mail y automáticamente se te manda el link de descarga a tu correo. Y parece que también quedas automáticamente suscrita al boletín de Sinjania (que se compromete a no mandar spam) y con tu suscripción obtienes un 5% de descuento.


Yo me he descargado dos, de los gratis, son estos:



Ya he leído 7 correcciones instantáneas para escribir mejor tengo que decir que son 7 tips muy útiles a la hora de corregir una novela. Son 11 páginas y se lee en nada, muy recomendado. Me he quedado con varias ideas en la cabeza, sobre todo una que dice que debemos de utilizar los demás sentidos como el olfato, el oído y el tacto a la hora de describir un lugar.

Me quedo con ese porque estoy escribiendo sobre un personaje ciego (para la 2ª ronda de Blogs colaboradores) y se me había ocurrido describir dos escenas, una en la que toca la cara de la chica de la que está enamorado para saber cómo es ella y otra escena en la que sabe distinguir quién se acerca solo por la forma de caminar de cada persona.

Y por último he leído el de Cómo aumentar tu visibilidad, este tiene 18 páginas y es muy bueno. Me quedo con lo de reciclar contenidos antiguos del blog que mis seguidores nuevos puedan disfrutar. Es un poco lo que he hecho con Canela y El olor a miel de mis musas que estaban en una entrada antigua con pocas visitas y comentarios y sin portada ni sinopsis. Las he puesto bonitas y las he subido a Wattpad y ahora más gente las ha leído.

Creo que os podéis aprovechar bien de esta web: http://www.sinjania.com/nuestro-blog/ Dejadme en los comentarios si os ha gustado :)
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Ya sé que para esta ocasión no os he traído ningún tip de escritura mío, sino recopilaciones de lo que recomiendan otros, pero como dije al principio de la entrada, los hay con mejores ideas que yo y más experiencia, ¿por qué no aprovecharnos de eso? Ojalá y les guste el post, lo compartan en sus redes y le saquen mucho provecho a los vídeos-tutoriales de Javier, los servicios editoriales de Grisel o los cursos de Sinjania ;)

Un beso,
Edith.
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